jueves, 21 de junio de 2007

Todo empieza dentro de un mismo

EL VERDADERO TRABAJO POR LA PAZ EMPIEZA ‘DENTRO’ DE UNO MISMO

El trabajo por la paz no sólo radica en acciones externas.
El trabajo por la paz viene del producto de las acciones internas; de aquello que se gesta en el corazón y que luego se plasma en esta realidad.
El trabajo consiste en liberar las trabas que nos atrapan abajo, liberar las duras cadenas de la herencia genética y ancestral, que tienden a preservar su ‘forma natural’ de ser: como la de preservar la especie, proteger el territorio o entorno, o de poseer un trozo de materia asegurando que el mismo nos pertenece
El sentir de pertenencia no proviene de la posesión que podamos creer necesitar en la materia, este proviene de un punto causal anterior a nuestra existencia y esta mucho más allá de este plano material. La poca luz que se tiene en la mente, la ignorancia y el desconocimiento de nosotros mismos causa la confusión y la errónea interpretación de que pertenecemos a ‘algo’ o a ‘alguien’, de origen tan pasajero como lo es este denso plano material, el cual por cierto es ‘relativo’. Es a este sentir de pertenencia al que le sumamos el de posesión, el de tener, con lo cual poco a poco vamos trastocando y desvirtuando la verdadera esencia o dirección que desde la infancia algunos percibimos como verdad.
Así vamos sustituyendo y llenando este vacío interior, ese no saber porqué se está aquí, por otros valores tangibles, comenzando en casa con el sentir de que nuestros padres carnales están para y por nosotros, luego continuamos con la posesión de los hermanos, amigos, animales y concluimos con los objetos inanimados, juguetes, libros, las cuales son sólo un medio para alcanzar o desarrollar nuestros potenciales y no un fin en sí mismas, son cosas, simplemente cosas.
Con el tiempo nos olvidamos de que una vez sentimos la nostalgia interior de que pertenecíamos de seguro a otro lugar, algo ‘allá’ o ‘acá’ del cual no sabemos donde está, más que intuíamos de alguna manera dentro, y que cuya búsqueda era imprescindible descifrar.
Así fuimos ‘trabando abajo’, nuestra atención en la pequeñas cosas de total insignificancia para nosotros, las cuales así lo eran solo unos ‘segundos antes’, en nuestra infancia, a las cuales en este presente les entregamos total control y poder sobre nuestras vidas.
Estas ‘trabas’ o fuerzas separatistas que aluden a “poseer y ser poseídos”, fueron entonces fortaleciéndose con el pasar de los años haciéndonos percibir que estábamos totalmente separados de los demás, naciendo así el primer sentimiento de separación y posesión, lo que es ‘mío’ y me pertenece es lo que es de ‘aquel’ y que cree que le pertenece.
Agudizándose así este problema, se empiezo entonces a condenar y a enjuiciar a todo aquel que tomó aquello que también le ‘pertenecía’, asegurando que ello era primero de uno, o que aquel no se lo merece porque no le ‘pertenece’ o por cualquier otra excusa justificada.
El trabajo por la Paz empieza por uno, el de revertir el proceso de posesión o de pertenencia, de creernos ‘separados del Todo’ yendo hacia atrás en nuestro origen descubriendo así el verdadero significado de nuestra existencia.
Cientos de civilizaciones creyeron poseer algo aquí, cientos y millones de hombres en su ilusión por hacer la diferencia, conquistaron tierras y esclavizaron a otros hombres solo para poder ‘sentirse’ diferentes y creerse que poseían ‘algo’, un ideal, un país, una mujer, un hombre, un plan, una misión, etc., etc., etc. Todos ellos e incluso nosotros, tarde o temprano no estaremos más aquí, todo pasará y nada nos llevaremos de esta tierra. Toda posesión o creencia de la misma quedará aquí, sólo quizás para nutrir la ilusión de ‘tener’ o recibir la herencia material de otros, la cual quizás traerá más problemas que soluciones al que lo reciba.
Sin embargo lo que perdurará en el tiempo, aquel verdadero legado que retumbará una y otra vez en nuestros oídos, será por aquellos seres que sembraron la unidad, la fraternidad y que supieron como lidiar sabiamente con la materia, no poseyéndola ni adueñándose de la misma bajo ningún tipo de nacionalidad, religión, familia o continente. Toda siembra que está avalada en las verdaderas esencias que nos constituyen, harán siempre eco en nuestro ser y nos impulsarán hacia adelante en la búsqueda ‘real’, de quien verdaderamente somos y a quien pertenecemos, encontrando al fin ese hogar, ese lugar del cual supimos añorar cuando niños.
Solo restará en nuestra consciencia los verdaderos significados del ser y toda la verdad encontrada durante nuestra corta existencia por esta materia.
Retumbará por siempre el eco de que somos polvo de estrellas, que nuestro paso por esta ilusoria y corta existencia terrenal a la que llamamos vida, es siempre pasajera, que aquel otro ser que veo como ‘extranjero’, es hombre al fin, el cual siente como uno, piensa como uno y aspira al final como uno: al sentimiento de saberse que tiene un sitio en el Universo que espera sólo por él a ser ocupado.
Es por ello que el trabajo por la Paz está justamente en el encuentro de ese puro estado, de ese espacio–tiempo en el que vivíamos en contentamiento, sabiéndonos amados, sostenidos y nutridos por una esencia que nos rodeaba y aún nos rodea, ante la cual todos somos iguales y verdaderos, La Fuerza Cohesiva del Amor.
La Paz es ese grandioso puente entre la Igualdad y la Verdad
, aquí debiéramos hacer un alto en nuestro camino y preguntarnos:

¿Somos hoy más verdad en nuestra vida, estamos acaso viviendo en verdad?
¿Somos por ende iguales y verdaderos con nuestros próximos?
¿Estamos acaso siendo más pacíficos?
¿Somos hoy más hermanos?
¿Cómo demostramos esta verdad de ser hermanos de otro ser humano?

Solo así mantendremos la Paz, empezando por esta simple verdad que lo que le hago a mi hermano, por Ley de Unidad me lo estaré haciendo a mí mismo.
Entonces sólo entonces, desaparecerá de nuestro accionar todos los vestigios de la fuerza separatista como: el cinismo, separatismo, nacionalismo, militarismo, tradicionalismo, racismo y todos los ‘ismos’, que se convirtieron en falsos baluartes y estandartes de la justificación del error y de la muerte.
Ser un ser de Paz, es ser un ser que trabaja y aboga por la vida, la igualdad, la Verdad y por la Unidad así como el de servir con absoluta entrega y Amor incondicional a todo aquello que ya le sirvió a su vez por tanto tiempo:
La vida misma.


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